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Independencia modelo 20.14

Adiós España. Bye bye Inglaterra.

No soy experta en historia ni mucho menos, así que cualquier error histórico o cronológico sepan disculpar. Pero sí soy observadora, y últimamente hay muchas cosas que me llaman la atención.

Quizá solo sea casualidad, pero es que a veces la historia se repite, insiste en dejar nuevamente una enseñanza, en marcar un surco en las mentes y corazones de quienes las viven y quienes las estudiarán en unos años para tal vez no tropezar con la misma piedra.

América Latina siempre se destacó por su riqueza, material y humana. Tiene pueblos fuertes que lucharon ante la adversidad; doblegaron potencias y revirtieron situaciones difíciles. Aunque también, en algún punto, fueron pueblos débiles, que dejaron manejar sus mentes e historias pensando que no podrían superarse, siempre serían gente de segunda...

Pensando en todo esto ayer a la tarde hice conexión con el deporte y, por el momento en que vivimos, hablo de fútbol.

Fuimos colonizados por las antiguamente conocidas grandes potencias: España, Inglaterra, Portugal, Francia, Holanda. Algunos países aún siguen siendo colonias, tanto en lo político como en lo económico. Se llevaron de América Latina las riquezas más grandes: oro, plata, piedras preciosas, alimentos, animales, gente valiosa... Y no solo por el afán de posesión, sino, y sobre todo, por su afán de poder. Dicen que el poder llama a la ambición de más poder.

Hicieron creer a sus colonias que sin su poderío no podrían vivir, que gracias a sus colonos estaban donde estaban y que no se les ocurriera desafiarlos porque saldrían perdiendo. Sembraron miedo y pretendieron hacerlo pasar por respeto. Pero era miedo al fin.

Hace algo más de 200 años los latinos empezaron a ver que podían estar mejor. Viéndolo hoy, quizá se tratara de sentirse distintos, soñar sus propios sueños de bandera. Y empezaron por mandar a casa a sus colonos... Se dieron cuenta de que sí podían valerse solos, que hasta podían fletar a casa a sus reyes, aun luchando con un ejército tan precario que nadie pensaba vencería jamás.

Porque la supremacía se relaciona con el dinero, con lo que se vale o cuesta. Y para sorpresa de muchos en ese tiempo, el poder lo tuvo el que tenía la creencia, el corazón, la unión entre personas con una misma pasión para pelear por la misma causa. Cuando se unen energías, no hay mayor fuente de poder en la tierra.

No hace falta que les cuente cómo siguió la historia. El punto es que, viendo el mundial de fútbol, noto que la historia se repite. Las potencias que se llevan jugadores latinos como piedras preciosas y se sienten poderosos por tener las ligas más caras y marketineras del mundo; que ganan todos los premios y hacen creer que si no jugas en Europa no sos nadie, llegaron a Brasil con la estampa de arrollar todo. Con la imagen de invencibles y apellidos con renombre (dignos de cualquier publicidad de shampú anticaspa o papas fritas). Grupos de la muerte. Miedo otra vez. Desembarcaron diciéndole a los demás "no sueñen con salir vivos de acá, a octavos no llegan".

Pero pasa que algunos latinos siguen teniendo una confianza enorme en lo que desean lograr; con inmenso corazón pelearon y, como hace 200 años, empezaron a mandar a casa a las potencias. Al menos para España e Inglaterra el sueño mundialista se acabó.

El poder no puede callar corazones deseosos de lograr sus sueños. Vivir en un continente u otro no te hace mejor ni peor que nadie. Quedó demostrado que la voluntad de un equipo puede más que la estrella de fútbol que gana una desmedida cantidad de billetes. La historia es una rueda que de una forma u otra vuelve a dejarnos las mismas enseñanzas.

Chile, Uruguay y Costa Rica dieron grandes pasos, y aunque algunos lo llamen “sorpresas del mundial”, deberían analizar qué energía los motivó a lograr lo que deseaban a pesar de las condiciones más desfavorables.

Ojalá el resto de los latinos preste atención y siga estos pasos para volver a decirles a los “colonos” restantes con vida en este mundial ¡váyanse a casa! Portugal, Francia, Holanda, Italia.... quienes sean, ¡guárdense sus euros y armen su liga con sus jugadores!

Aprendamos de la historia, dejemos de correr tras el poder para ser fuertes y buenos en nuestra tierra. Y nunca, aunque nos lo griten muy fuerte, dejemos de soñar que podemos lograrlo.
Ahora más que nunca ¡plantemos bandera!