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El último Wing derecho...¿Quién fue René Houseman?

Fue un wing tremendo que enloquecía a los marcadores con su gambeta diabólica.

“Houseman fue el loco”.

Un jugadorazo e ídolo con todas las letras.

Fue un wing tremendo que enloquecía a los marcadores con su gambeta diabólica y es uno de los emblemas del Huracán del 73 (uno de los mejores equipos que tuvo el fútbol argentino), y también campeón del Mundo en el año 1978.

Amaba a los pobres, y siempre se dijo “villero” y soñaba con comprar una villa para estar con sus amigos.

Dueño de anécdotas increíbles, René Orlando Houseman había nacido en Santiago del Estero y su vida al igual que la de Homero Manzi (otro santiagueño que hizo historia) podría decirse que también fue un tango, por momentos triste, por momentos feliz.

Nació el 19 de julio de 1953 y en la Banda (Santiago del Estero) y vivió allí hasta los dos años, cuando su padre se afincó con sus cuatro hijos en el Bajo Belgrano. Allí conoció a Excursio y fue amor a primera vista, sin embargo no quedó en la prueba y fue el rival, Defensores de Belgrano quién lo llevó a Primera División donde empezó a sorprender con su gambeta, su freno y sus cambios de velocidad que recibían aplausos y admiración por parte de los hinchas y lograban despertar el interés por los grandes del fútbol argentino de aquellos tiempos.

Uno de ellos fue Huracán, y Houseman formaría parte del inigualable equipo del 73, que dicen quienes lo vieron jugar era irrepetible.

Cuentan que la primer plata grande que ganó la repartió con sus amigos de la villa donde vivía, y que al poco tiempo era parte de Huracán (un club serio, que iba por la gloria) y que rápidamente llegaría la oportunidad de la Selección Nacional.

Lo cierto es que “el loco” no desaprovechó ninguna oportunidad que tuvo, y por el contrario, sus gambetas endiabladas lo llevaron a ser una de las estrellas máximas que tuvo Huracán y la Selección del 78.

En el club de Parque Patricios (Huracán), con 20 años, fue una de las figura del campeón de 1973, uno de los equipos más brillantes de la historia del fútbol argentino.

Miguel Angel Brindisi, que fue su amigo al igual que otros tantos de ese plantel histórico dice "René era el mejor de todos nosotros, era único”.

Una vez Jugando para Huracán en el Metro de 1975 llegó a la concentración totalmente borracho y sus compañeros no tenían forma de despertarlo, a tal punto que lo bañaban en agua fría y en tazas de café para que se le pase la curda.

Era necesario “recuperarlo” y así fue, a tal punto que entró a la cancha, le hizo un gol al River del Pato Fillol (algo muy difícil en aquellos tiempos) y luego de festejar ante toda la hinchada de Huracán se hizo el lesionado, salió y se fue a dormir al vestuario. Había cumplido su parte, no daba más.
Cesar Luis Menotti, que lo tuvo de técnico en Huracán y en la Selección contó que en un partido de campeonato con Veléz Sarsfield tiró un caño sin sentido y “El Flaco” lo retó: "Estamos jugando en serio", le dijo. Su respuesta fue directa "¿En serio? En serio jugábamos en la villa por guita y si perdíamos nos teníamos que ir a casa desnudos”. El Flaco dicen, entendíó en ese momento que Houseman era un jugador muy distinto al resto. .

De pibe fue sodero, cadete de farmacia, carnicero y verdulero antes de que llegara el fútbol profesional, y lo habían tentado por su poco peso y altura a ser jockey, pero lo de él era el fútbol.

Admirador incansable de Juan Domingo Perón, a quien llamaba “el verdadero líder de los argentinos”, fue peronista por nacimiento y convicción, y la muerte de su líder lo afectó seriamente mientras disputaba el Mundial del 74.

Fue Campeón del Mundo en el Mundial 78, hizo un gol (el quinto contra Perú), jugó el primer partido contra Hungría como titular y después alternó con Ortiz y Bertoni y jugó la ultima media hora de la final ante la anaranjada Holanda.

Al flaco Menotti Houseman lo quería como a un padre y por eso se sentía culpable por no haber rendido todo lo que quería en ese torneo.

Después de Huracán pasó por el club River Plate, por Colo Colo de Chile y por el Amazulu de Sudáfrica, y de ahí volvió a ser noticia cuando con su picardía dijo que en inglés solo aprendió un par de palabras que le permitieron sobrevivir en ese fútbol tan distinto al nuestro: "one whisky", "one beer" y "one wine".

Después jugó algo en Independiente y remató su carrera en el viejo y querido Excursionistas que de chico le había negado un puesto y que de grande se derretía por tenerlo e inmortalizarlo en algún plantel.

Murió a lo 64 años, lo llora el fútbol argentino.