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¡¡¡ Zafó Suar !!!! Pero al leer la nota ...¿lo universal del fútbol tiene dueños?

Para los últimos camaristas libro y película son distintos y por ende, no habría plagio

Esta nota la levantamos de Infobae pero nos pareció interesante ya que luego de analizarla y leerla y de seguir este caso de cerca nos viene una pregunta: si el fútbol es un idioma universal que hablamos todos...sus códigos, palabras o dichos...¿tienen dueño?

El empresario Adrián Suar fue sobreseído por la Sala VI de la Cámara del Crimen en la querella iniciada por el periodista y escritor Daniel Frescó, quien lo acusó de utilizar sin autorización su novela “Enfermo de fútbol” como base del guión de la película “El fútbol o yo”.

La novela de Frescó está protagonizada por Jesús José Miranda. Un porteño de Caballito que pierde su trabajo, deja de ver a parte de su familia, compra un sillón y un televisor enormes y se pasa todo el día mirando partidos de fútbol. Ninguna categoría le es ajena. Y mira con atención los partidos de cualquier liga del mundo.

El “enfermo de fútbol” creado por Frescó se transforma en una celebridad ya que se gana el cariño de miles de personas que se sienten identificados con él porque “padecen” su misma “condición”. Emilse, la esposa de Miranda, harta de la situación lo obliga a decidir: “Elegí José. Tenés que elegir. Es el fútbol o yo”. Miranda decide por el fútbol. La frase de Emilse impresa la página 94 del libro que publicó Emecé, un sello de Editorial Planeta, fue casualmente el título elegido por Suar para su película. Y una de las varias razones que llevaron a Frescó a presentar su demanda.

Frescó había denunciado a Suar, al coguionista Marcos Carnevale y al productor asociado José Levy con quien había intercambiado mails porque estaba interesado en su novela incluso antes de que saliera a la venta en las librerías. Levy recibió una copia del libro de Frescó. Los imputados sostuvieron que habían comprado los derechos de la película franco-belga “Je suis supporter du Standard” que hablaba del fanatismo de un hincha por su equipo y que tomaron de allí la idea.

La demanda había comenzado en 2017. Pasó por las manos de tres jueces. Dos veces los peritos oficiales -de la Universidad de Buenos Aires y de la Sociedad Argentina de Escritores- dijeron que había habido plagio. El fiscal del caso Martín Mainardi había propuesto el sobreseimiento. El último juez de Instrucción a cargo del caso fue Alberto Baños quien llamó a indagatoria a los tres imputados.

Luego de escuchar las explicaciones de los tres imputados Baños los sobreseyó. La defensa de Frescó apeló. El 12 de noviembre quedó radicado el caso en la Sala VI de la Cámara del Crimen. Ese mismo día los camaristas establecieron que tanto la querella de Frescó como las defensas de los tres imputados debían presentar sus argumentos para sostener sus posiciones. El 13 de noviembre se incorporó al expediente de la Cámara del Crimen el libro de Frescó y el guión de la película de Suar. El 30 de noviembre a las 11 terminaron de presentar sus posiciones tanto las defensas de los imputados como el querellante.

El 1 de diciembre la Sala VI de la Cámara del Crimen con la firma de los jueces Julio Lucini y Magdalena Laíño respaldó lo decidido por Baños y confirmó el sobreseimiento de Suar, Carnevale y Levy que había sido dictado por Baños. Al inicio de la resolución a la que accedió Infobae los camaristas dijeron que “Debiendo dar una solución al caso, preliminarmente queremos dejar asentado que, no sólo los suscriptos han analizado pormenorizadamente las actuaciones judiciales -que obviamente incluyen los estudios periciales-, sino que observaron la película nacional y leyeron el libro de Frescó en su totalidad para poder ensayar correctamente la solución”.

Los camaristas Lucini y Laiño señalaron que: “En lo concreto, no advertimos que la “originalidad” que presentaría la novela de Frescó -fanatismo universal- permita hablar de una creación propia que, al estar también presente en “El fútbol o yo” lleve a la conclusión que estamos ante un plagio. Contrariamente, no sólo pareciera ser un concepto que puede verse cotidianamente justamente por no resultar novedoso encontrase con una persona entusiasta de ese deporte de manera genérica respecto a clubes de todo el mundo. Máxime cuando, reiteramos, en “Je suis supporter du Standard”, publicada dos años antes, se habla de ese tipo de fanatismo, aunque sí de forma un tanto más acotada, pero que evidentemente interfiere en su vida con la misma profundidad”.

Y agregaron: “Lo relevante es que se observa una diferencia palmaria en el núcleo y desenlace entre el libro y la película. Mientras el primero transita casi exclusivamente sobre la novedad de pretender ser declarado “enfermo de futbol”, logrando así no poder ser despedido de su trabajo, llegando a judicializar y mediatizar la cuestión y dejando de lado todo el resto de su vida, en tanto incluso permaneció encerrado en su domicilio por quince meses y quince días -esto sí pareciera ser lo original de la creación-, la restante se ciñe al reconocimiento por parte del protagonista que sería un “adicto al futbol” y así, intenta superarlo para poder recuperar a su pareja, lo que finalmente logra. Incluso esa particularidad de “adicción”, el modo en que lo advierte y trata -haciendo un test de alcoholemia y yendo a un grupo de alcohólicos anónimos- justamente es la que toma del film belga. Ambas piezas son fácilmente diferenciables la una de la otra, y pensar que la película esté basada en el libro no es posible. Reiteramos, transitan por caminos conceptualmente diferentes y no existe la presunta “imitación” de la obra con el alcance que el recurrente pretende otorgarle”.

Lucini y Laiño concluyeron que: “Estamos lejos de poder probar que al elaborar lo que posteriormente se vio en el cine conocieran sobre el libro del querellante y, más precisamente, que lo usaran para la adaptación del guion a la pantalla. Lo que sí puede observarse es la cierta correspondencia con la obra belga de la cual adquirieron formalmente sus derechos y obviamente la idea de la película que no sería más que una nueva versión de ella. Así, insistimos en que las aisladas coincidencias-triviales, por cierto- del documento con el film no permite de modo alguno teñir de delictiva la acción de los encausados”.

Con estos argumentos Suar fue sobreseído